Cementerio de Luarca. (2) Una pizca de historia
Un toque de historia ayuda a entender y a mejor apreciar:
Luarca,
en Asturias, ha sido puerto importante desde antiguo, deseado por toda clase de
piratas, legales o no; para defenderse contó, y cuenta, con la Punta del
Focicón, nombre que sospecho relacionado con “hocico”, nada raro si recordamos
cuantos de estos riscos que se internan en el mar reciben el apelativo de
“morro”.
Pues
en esta Punta, promontorio demasiado pequeño para llegar a cabo, se alza la
Atalaya, plataforma donde se reúnen el Faro y la Capilla, mientras que por sus
faldas descienden el cementerio y restos de las murallas defensivas del siglo
XVI.
Se
cree que esta capilla de la Virgen de la Blanca –no podía ser otra la
advocación─ existe desde el siglo XIII, y consta en escritos que ya en el siglo
XIV se encendía una luz en la torre para guiar a los barcos durante la noche.
Este sistema de guía se mantuvo hasta la construcción del faro, en 1862, que contaba con vivienda para el farero; lástima que la especie “farerus” se haya extinguido,
lástima porque admiro y envidio esta profesión.
Más
allá, en la lejanía, se extiende el cabo Busto. Y en el camposanto, como
residente notorio, Severo Ochoa, junto a su esposa.
Blancura,
mar. Y viento, poderoso viento.
15.
16.17. Perspectivas abiertas.
20.



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